En las últimas semanas han surgido ciertas preguntas y revuelo acerca del aceite de palma a raíz de un tuit que la periodista Samanta Villar hacía a la empresa Hero sobre el uso de este aceite en sus papillas infantiles.
En primer lugar vamos a conocer qué es el aceite de palma. Se obtiene de los frutos de la palma africana y es hoy en día el aceite más utilizado a nivel mundial tanto por la industria alimentaria como por la cosmética debido a su bajo precio en comparación con otros aceites vegetales y por su temperatura de fusión, es decir, a temperatura ambiente se encuentra en estado sólido y mantiene un textura untuosa.
Hasta aquí podríamos decir que no encontramos nada malo en su uso, pero si analizamos su perfil nutricional empiezan a surgir las malas noticias. El aceite de palma es rico en grasas saturadas, y aunque los últimos estudios sobre la relación de grasas saturadas y enfermedades cardiovasculares nos muestran que no todas son tan “malas” como se creían, este aceite es rico en ácido palmítico (ácido graso saturado de cadena corta y número de carbono par) que se encuentra dentro del grupo de las más perjudiciales. Es más, este ácido graso se relaciona con un aumento del riesgo cardiovascular, grasa visceral y algunos cánceres.
Además, hay que añadir que durante su procesamiento se expone a altas temperaturas (más de 200º) para eliminar su color rojizo y darle mejor sabor y olor, lo que provoca la aparición de sustancias dañinas (ésteres glicidílicos) señaladas por las máximas autoridades de seguridad alimentaria europeas (EFSA) como teratogénicas y carcinógenas.
Por todo esto, leed las etiquetas de los productos procesados que adquiráis y evitar aquellos que contengan en su composición aceite de palma como grasa vegetal.
Si tenéis cualquier duda y queréis hacernos llegar cualquier consulta al respecto, nuestra nutricionista estará encantada de atenderos y ayudaros.